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Sobrevivir a un suicidio masivo

Sobrevivir a un suicidio masivo

Nombre: Shigeaki Kinjo (10金城重明)
Lugar de nacimiento: isla de Tokashiki
Estatus en aquel tiempo: Estudiante del Curso Superior en la Escuela Nacional (13 a 16 años en aquel tiempo).

Se oían explosiones por todas partes. Podía escuchar los chillidos.
Las personas que murieron o quedaron heridas en los suicidios masivos estaban limitadas a un número muy reducido, y esto, en contraste con lo que se esperaba, llevó como resultado a tragedias terribles.
Los suicidios masivos involucraron a un número reducido de personas que murieron juntas; no obstante, los otros residentes cayeron en el caos. El control no fue ya posible.
Mientras ocurría todo esto, un proyectil de mortero, creo, cayó cerca de mí y explotó. La explosión me alcanzó y quedé aturdido.
Pensé para mí: “¿Estoy muerto?” Me pellizqué para comprobarlo pero me di cuenta de que todavía sentía algo. “Bien, entonces debe ser que todavía estoy vivo”, supuse.
Estaba en un punto muerto, no obstante, y mirando hacia la distancia.
Entonces un horrible espectáculo me saltó a la vista.
Era uno de los líderes del pueblo, un hombre de mediana edad. Estaba doblando un árbol pequeño repetidamente para romperlo.
“Bueno, ¿pero qué está haciendo ese hombre?”, pensé para mí. Una vez que consiguió romper el árbol y sostenerlo en sus manos, comenzó a pegar a su esposa y sus hijos hasta matarlos.
Fue una conmoción espantosa.
Por supuesto, ya estábamos preparados para este tipo de situaciones.
Sin embargo, no teníamos ni idea de cómo podía hacerse. No teníamos medios para hacerlo.
En nuestra imaginación,sin embargo, pensábamos: “Tenemos que matar a nuestros propios familiares así”.
Era una especie de comunicación telepática. Entonces comenzaron las matanzas de familiares.
Los padres mataban a sus hijos, los maridos mataban a sus esposas y los hermanos a sus hermanas, simplemente así.
Los métodos utilizados eran horribles. Solo mencionarlos es espantoso. Se utilizaron cuerdas para estrangular, mientras que instrumentos cortantes como hoces o navajas se utilizaron para cortar arterias o muñecas.
La gente también utilizaba un garrote o una roca para golpear a otra persona en la cabeza. Se usaron varios métodos.
El proceso se acordaba por implicación. La matanza de una familia era, en muchos casos, la tarea que llevaba a cabo el padre.
Esta tarea pasaba a ser del abuelo en familias en las que los padres estaban en el extranjero con responsabilidades militares.
A mi tío solo le quedaba viva su hija mayor. Así que el abuelo se encargó de ella.
En nuestro caso, mi hermano mayor y yo éramos jóvenes varones en la flor de la vida. Yo tenía 16 años y un mes, mientras que mi hermano era dos años mayor que yo.
La primera persona de la que nos encargamos fue nuestra madre, que nos había traído al mundo. Estábamos sumidos en un caos, pero era natural matar a aquellos a los que más amabas, a aquellos más cercanos a ti.
Creo que se utilizaron varios métodos para ello. Por ejemplo, se usaba una cuerda para estrangular. Se utilizaba una roca para golpear a alguien en la cabeza a su debido tiempo.
Tenía 16 años de edad, una juventud influenciable, que tenía que afrontar cosas como esas por primera vez en la vida, así que el dolor y la pena me hicieron llorar y lamentarme. Por supuesto, mi madre también lloraba.
Entonces, obviamente tenían que ser mi hermano y mi hermana pequeños los que tenían que morir antes que nosotros.
No recuerdo cuánto tiempo había pasado, pero empecé a oír gritos por todas partes.
Los cadáveres de 329 personas flotaban juntos, y su sangre había teñido el río de rojo puro.
“¿Por qué sigues vivo?”, te preguntabas.
No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado, pero discutí el orden de suicidio con mi hermano. Mientras lo discutíamos, un chico vino corriendo y nos llamó diciendo: “En vez de morir aquí así, ¿por qué no hacemos un ataque al enemigo y morimos de esa manera?”
Por supuesto, nuestros familiares se habían suicidado por temor a los brutales estadounidenses (Kichiku Beigun), así que participar en un ataque contra los brutales estadounidenses requería una gran resolución. Entonces, pensábamos que éramos los únicos supervivientes de esta isla. Aunque estábamos viviendo esta heroica sensación de vida o muerte, todo lo que teníamos a mano eran palos. Era literalmente Muteppo (literalmente “sin armas”, metafóricamente “insensato”).
Aún no sentía “gratitud por sobrevivir”, ni de lejos. Pensaba: “Seguramente la guerra continuará durante mucho tiempo”, así que “sin duda, habrá otra oportunidad de morir”. Entonces, aunque era una manera extraña de considerar la situación, me agarré a mi esperanza de morir a la siguiente ocasión y mantener mi sueño vivo. Ese era mi estado de ánimo. “Vaya, no hubo una segunda oportunidad de morir”. Así es como lo veía en aquel tiempo.