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El horror de ser sospechoso de espionaje

El horror de ser sospechoso de espionaje

Nombre: Kenji Takara (11高良健二)
Edad en aquel tiempo: 14 años
Estatus en aquel tiempo: estudiante en el Instituto de Educación Secundaria Prefectoral (Cuerpo del Ejército Masculino de Estudiantes)

[Sospechoso de espionaje]
Estaba en el primer año de la educación secundaria. Otro chico de la misma zona estaba en el segundo año. Y también había otro chico que estaba en el tercer año de la Escuela Técnica de Okinawa. Otro chico más, procedente de Japón continental, también estaba en el tercer año de la Escuela Técnica de Okinawa. Su familia había sido evacuada a Japón continental, pero él se quedó en Okinawa para poder graduarse tras terminar el tercer año.
Fue durante una noche con una luna brillante. Nosotros cuatro estábamos tocando la harmónica frente a la entrada de una casa. En aquel tiempo, los estudiantes estaban muy influenciados por el militarismo, e incluso cuando tocábamos la harmónica, lo hacíamos como si estuviéramos tocando para una instrucción militar. Además, solo nos enseñaban canciones militares, por lo que todo el mundo sabía cómo cantar estas canciones y cantábamos una canción militar mientras un chico acompañaba con la harmónica. Entonces, de repente, unos soldados japoneses se aproximaron a nosotros por detrás y nos ordenaron: “Entrad en el patio”. Nos rodearon, en dos y tres filas. Nos empujaron con sus bayonetas relucientes. Entonces, el líder del escuadrón me dijo: “Nuestra tropa estaba justo detrás de ti, y hemos podido oír susurros detrás de la casa. Hemos oído muchos susurros por aquí y vosotros estabais cantando canciones militares para ocultar lo que se estaba diciendo. Por eso hemos venido. Hay un espía en esta casa.”
Yo me puse nervioso y dije: “Solo estábamos tocando la harmónica y cantando una canción” y así lo demostramos y quedamos libres del malentendido.

[El miedo a la guerra no se va, ni siquiera ahora]
La guerra provoca una mentalidad anormal. Las personas ya no pueden estar en un estado psicológico sano, y se matan rápidamente unas a otras, incluso entre amigos. Sentía que la guerra había creado este tipo de situaciones terribles. Estas circunstancias ocurrieron en varias ocasiones. Incluso entre padres e hijos. Cuando las balas volaban, un padre era capaz de empujar a un hijo hacia un lado para salvarse a sí mismo. La voluntad de sobrevivir es la naturaleza inherente al ser humano. La psicología anormal que trae la guerra es inmensa. Nos matamos unos a otros. O mueren ellos o mueres tú. Todavía sueño con la guerra, incluso ahora. Han pasado muchos años, pero los recuerdos nunca me abandonan.

[La escuela caía bajo el manto del militarismo]
Cuando entramos en el instituto de educación secundaria, nos hicieron un examen oral. Durante el examen, cuando nos preguntaban “¿A dónde quieres ir después de graduarte?”, todo el mundo respondía que quería unirse a la academia naval o del ejército, y respondía en un vivaz tono militar. Los institutos de educación secundaria competían entre sí por el número de estudiantes que conseguían entrar en las academias del ejército o academias navales. Así era el instituto en aquella época y así fue nuestra juventud.

[Para los jóvenes]
Aquí en Okinawa, de entre todos los sitios de Japón, experimentamos batallas campales en nuestra zona, así que sabemos bien cómo es la guerra. Los habitantes de Okinawa tienen la obligación de pedir la paz al resto del mundo, de enviar este mensaje desde Okinawa, con una reflexión sobre la historia. Creo que debemos garantizar que la memoria de la guerra perviva, para que nunca vuelva a ocurrir.
Me gustaría que los jóvenes sientan gratitud por la paz que tienen y aprendan lo que es la guerra a través de documentos y registros, mientras entablan amistad con todos los países del mundo, con el compromiso de “Nunca jamás volver a entrar en guerra”.