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En el campo de batalla de la isla de Iejima

"En el campo de batalla de la isla de Iejima"
Kiku Tamaki (08玉城キク)
Fecha de nacimiento: 15 de agosto de 1928; 17 años en aquel tiempo

Se escucharon sonidos atronadores por la mañana que venían desde la ciudad de Naha. Creía que era un trueno. El sonido se acercó gradualmente. Antes de saberlo, numerosos aviones aparecieron en el cielo sobre la isla de Iejima. Cuatro aviones estaban volando en formación. Esta formación sobre el cielo de la isla de Iejima voló en círculo dos o tres veces. Creí que era un ejercicio de las fuerzas armadas de Japón. Sin embargo, cuando pude ver mejor los aviones pude atisbar la marca de una estrella. Me di cuenta inmediatamente de que eran aviones de las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Entonces grité: “¡Ataque aéreo!” Cuando grité estas palabras, alguien de la milicia popular (boueitai) que estaba cerca dijo: “No, estúpido. Es un avión amigo. Son solo maniobras.” Hablando alto, le dije a aquel individuo de la milicia popular: “No, señor, el avión tiene la marca de una estrella”.

Solo un instante después de que gritase, nos bombardearon con bombas incendiarias y convencionales y nos dispararon con una ametralladora. Empezaron atacando la cocina cercana al aeródromo y a toda la gente que había allí. Al día siguiente, me acerqué al lugar. La cocina había ardido y la gente que había dentro estaba calcinada, como corderos asados. Sus codos y manos estaban doblados. Los cadáveres estaban apilados unos encima de los otros, yaciendo amontonados. Era una visión horripilante.

No pude ser evacuado al distrito de Kabira, así que me escondí en otro refugio. Tenía hermanas menores de un año y medio y tres años. Lloraban mucho. Algunas personas que estaban en el refugio me dijeron: “Mata a esas niñas”. No pude matar a mis hermanas pequeñas, así que trepamos fuera del refugio y nos escondimos bajo los árboles. Algunas personas que pasaban por allí nos decían: “Si os quedáis aquí, no duraréis hasta mañana. Moriréis muy pronto.” Así que nos unimos a ellos y nos dirigimos al distrito de Maja.

Cinco o seis mujeres del distrito de Maja no se habían marchado, habían decidido quedarse. Pensamos que sería mejor morir juntos en un kirikomi (un ataque) que ser asesinados por los soldados estadounidenses, así que esta vez nos fuimos hacia el campamento del ejército japonés, que estaba construido en la parte norte del faro de la isla. Habíamos ayudado en la construcción del campamento, así que estábamos familiarizados con los soldados japoneses que estaban destinados allí. Al llegar, les pedimos que nos dejaran unirse a ellos en un kirikomi. Los soldados nos dijeron: “Ya hemos entregado todas las granadas de mano a otros, así que no nos queda ninguna. Debéis regresar y cuidar de vuestras familias. Cuando creáis que el fin está cerca, saltad por el acantilado para morir”. Así que regresamos a regañadientes hasta el lugar de donde habíamos venido, lo cual salvó nuestras vidas.