Huida a través de los montes filipinos
Huida a través de los montes filipinos
Nombre: Kiyo Miyazato (28宮里キヨ)
Fecha de nacimiento: noviembre de 1912, 33 años en aquel tiempo, ama de casa
Nos mudamos a una isla de Filipinas para cultivar la tierra. Fuimos los primeros japoneses en llegar allí.
Limpiamos la tierra y plantamos cáñamo, pero antes de que pudiésemos cosecharlo, la guerra comenzó. Una vez que la guerra estalló, tomamos a nuestros hijos y huimos a las montañas. Cuando entras en una montaña, la jungla te hace perder el sentido de la orientación. Había grandes árboles que habían sido marcados previamente, precisamente por esa razón. Confiamos en estas marcas y continuamos huyendo hacia el corazón de las montañas. Estas marcas habían sido colocadas allí probablemente por gente del gobierno.
Utilizamos raíces de un árbol enorme, las cubrimos con hojas de cáñamo y nos aseguramos un espacio para vivir.
Escuchamos que las tropas enemigas se aproximaban a nosotros poco a poco, así que continuamos adentrándonos en las montañas. Vimos a gente a la que se la llevó la corriente de un río que fluía a través de los valles, pero no pudimos ayudarles. Había cuerdas que las habían extendido a través de grandes ríos, probablemente por las tropas japonesas. Cruzamos los ríos apoyándonos en esas cuerdas. Cruzamos muchos ríos y nos trasladábamos de una montaña a otra, y continuábamos con nuestra huida.
Seleccionamos hierba que crecía en las montañas, que era comestible, chupando sal y llenando nuestras bocas con hierba. Las tropas japonesas tampoco tenían comida y preguntaban a los residentes filipinos si tenían comida. No había comida y el enemigo se acercaba. En aquellas circunstancias, dos soldados japoneses se nos acercaron. En aquel momento, teníamos más miedo de los soldados japoneses que de los enemigos. En algunas ocasiones, las tropas japonesas nos apuntaban con sus fusiles y nos robaban nuestra comida. Podía ocurrir que los soldados japoneses no tuvieran comida y que tuvieran que hacer este tipo de cosas. Vi a esos soldados tumbándose a lo largo de la ribera de un río y morir. Muy probablemente, Yasajini (por hambre).
Encontré a un compañero en las montañas. Este compañero estaba exhausto y se sentó allí mismo, en aquel lugar, y nos dijo que siguiéramos adelante. Me imagino que aquel compañero probablemente murió allí, en aquel lugar. No podíamos ayudar a nadie, casi no podíamos ayudarnos a nosotros mismos.
Entonces escuchamos anuncios que nos decían que Japón había sido derrotado, así que no debíamos escondernos sino salir de donde estábamos. Así que abandonamos las montañas muy contentos. Muchos japoneses fueron enviados al campo de Tamogan después de aquello y más tarde, repatriados.
Yo perdí a mi hija por malnutrición en el campo de concentración. Mucha otra gente murió también en aquel campo de concentración.
Nombre: Kiyo Miyazato (28宮里キヨ)
Fecha de nacimiento: noviembre de 1912, 33 años en aquel tiempo, ama de casa
Nos mudamos a una isla de Filipinas para cultivar la tierra. Fuimos los primeros japoneses en llegar allí.
Limpiamos la tierra y plantamos cáñamo, pero antes de que pudiésemos cosecharlo, la guerra comenzó. Una vez que la guerra estalló, tomamos a nuestros hijos y huimos a las montañas. Cuando entras en una montaña, la jungla te hace perder el sentido de la orientación. Había grandes árboles que habían sido marcados previamente, precisamente por esa razón. Confiamos en estas marcas y continuamos huyendo hacia el corazón de las montañas. Estas marcas habían sido colocadas allí probablemente por gente del gobierno.
Utilizamos raíces de un árbol enorme, las cubrimos con hojas de cáñamo y nos aseguramos un espacio para vivir.
Escuchamos que las tropas enemigas se aproximaban a nosotros poco a poco, así que continuamos adentrándonos en las montañas. Vimos a gente a la que se la llevó la corriente de un río que fluía a través de los valles, pero no pudimos ayudarles. Había cuerdas que las habían extendido a través de grandes ríos, probablemente por las tropas japonesas. Cruzamos los ríos apoyándonos en esas cuerdas. Cruzamos muchos ríos y nos trasladábamos de una montaña a otra, y continuábamos con nuestra huida.
Seleccionamos hierba que crecía en las montañas, que era comestible, chupando sal y llenando nuestras bocas con hierba. Las tropas japonesas tampoco tenían comida y preguntaban a los residentes filipinos si tenían comida. No había comida y el enemigo se acercaba. En aquellas circunstancias, dos soldados japoneses se nos acercaron. En aquel momento, teníamos más miedo de los soldados japoneses que de los enemigos. En algunas ocasiones, las tropas japonesas nos apuntaban con sus fusiles y nos robaban nuestra comida. Podía ocurrir que los soldados japoneses no tuvieran comida y que tuvieran que hacer este tipo de cosas. Vi a esos soldados tumbándose a lo largo de la ribera de un río y morir. Muy probablemente, Yasajini (por hambre).
Encontré a un compañero en las montañas. Este compañero estaba exhausto y se sentó allí mismo, en aquel lugar, y nos dijo que siguiéramos adelante. Me imagino que aquel compañero probablemente murió allí, en aquel lugar. No podíamos ayudar a nadie, casi no podíamos ayudarnos a nosotros mismos.
Entonces escuchamos anuncios que nos decían que Japón había sido derrotado, así que no debíamos escondernos sino salir de donde estábamos. Así que abandonamos las montañas muy contentos. Muchos japoneses fueron enviados al campo de Tamogan después de aquello y más tarde, repatriados.
Yo perdí a mi hija por malnutrición en el campo de concentración. Mucha otra gente murió también en aquel campo de concentración.