Enterrábamos fondos de guerra en cráteres de bomba
Enterrábamos fondos de guerra en cráteres de bomba
Yoshiyasu Oshiro(19大城由安)
Fecha de nacimiento: 5 de octubre de 1931
Lugar de nacimiento: Haebaru
Edad y estatus en aquel tiempo: 14 años, estudiante de la kokumin gakko (escuela nacional)
La distancia entre nuestra casa y el refugio antiaéreo era corta, así que por la noche íbamos y veníamos de la casa al refugio casi todo el rato.
Había muchos soldados japoneses en esta zona. Lo más problemático era que nos detenían muchas veces por sospechas de espionaje.
Sin embargo, de entre los soldados, había algunos que me conocían y decían: “Esta persona es un civil de la zona”. Eso ocurrió dos veces.
Más tarde, aunque no puedo recordar claramente el nombre de la unidad, una unidad de contabilidad del ejército japonés me reclutó a la fuerza. Se decidió que Seizo Kinjo, un familiar mío, y yo iríamos juntos porque nuestros refugios antiaéreos estaban el uno junto al otro.
Aunque no conozco el valor monetario, llevamos una suma relativamente grande de fondos de guerra desde los refugios antiaéreos hasta los cráteres provocados por las bombas, y los enterramos todos allí en una semana.
Los cráteres de bomba estaban situados a unos 50 metros de los refugios antiaéreos. Tardábamos todo un día en enterrar el dinero y cubrirlo todo con tierra.
Hacíamos el mismo trabajo al día siguiente y lo cubríamos con tierra otra vez al día siguiente. Hicimos esto todos los días durante una semana. Llevamos a cabo estas tareas muchas veces, pero había algunos días en los que solo podíamos llevar los fondos de guerra una o dos veces. La razón era que teníamos que dejar de trabajar porque era considerado muy peligroso cuando los estallidos salían de Naha. Los fondos de guerra suponían mucho dinero, así que había soldados que nos servían como escoltas, y enterrábamos el dinero desde las 7 de la tarde hasta las 10 de la noche, así durante una semana.
Al parecer, había mucha gente haciendo este trabajo. Hubo cuatro personas que hacían estas tareas que todavía siguen vivas hoy, pero parece que no quieren hablar sobre este tema. Yo he hablado de esto muchas veces, porque justo después de la guerra, los oficiales relacionados con aquel tema y varias otras personas vinieron a mí pidiendo información sobre el trabajo que habíamos hecho. Concretamente, hubo una persona llamada Yoshinaka Shiroma que estaba al cargo de esta tarea, pero esta persona no sabía hablar japonés, aunque podía escuchar y entender lo que se hablaba. Así que cuando la gente de Japón continental venía a investigar esta cuestión, venían a verme a mí directamente.
Cuando terminamos de enterrar los fondos de guerra, fuimos liberados y buscamos otro refugio antiaéreo.
Al parecer, en aquel momento, el Teniente General Ushijima vino a donde estábamos y nos dijo: “Que todo el mundo abandone este lugar, Tsukazan, rápido”. Al día siguiente de enterrar los fondos de guerra, oficiales del ejército vinieron y nos dijeron: “Abandonen este lugar”. Así que todos nos fuimos de Tsukazan.
Lo que no puedo olvidar
Si pienso en ello ahora, en la época de la guerra, no puedo realmente determinar si los soldados japoneses, que debían estar supuestamente de nuestro lado, eran los verdaderos enemigos o lo eran las tropas estadounidenses, que eran el enemigo. Fui testigo de varias cosas cuando era niño. Vi personas asesinadas y mujeres atacadas. Así que creo que no es posible determinar si los verdaderos enemigos eran los soldados japoneses o los estadounidenses.
He visto a soldados japoneses, que eran supuestamente nuestros aliados, alzar sus espadas sobre los okinawenses y perseguirlos en sus casas, y también he visto soldados estadounidenses violar a muchas mujeres, así que no puedo decir quién estaba de nuestro lado. Creo simplemente que jamás debe ocurrir otra guerra.
Lo que vi en Maehira, en la ciudad de Itoman –lo que los soldados con espadas hicieron allí–, es que entraban en los refugios civiles en Maehira, matando a todos los civiles que estaban allí tirando granadas en los refugios y quedándoselos para ellos. Al pensar ahora en todo aquello, no es fácil creer que los seres humanos sean realmente capaces de hacer algo así. Pensando en ello, todo lo que quiero decir es que las personas jamás deben volver a hacer la guerra, bajo ningún concepto.
Yoshiyasu Oshiro(19大城由安)
Fecha de nacimiento: 5 de octubre de 1931
Lugar de nacimiento: Haebaru
Edad y estatus en aquel tiempo: 14 años, estudiante de la kokumin gakko (escuela nacional)
La distancia entre nuestra casa y el refugio antiaéreo era corta, así que por la noche íbamos y veníamos de la casa al refugio casi todo el rato.
Había muchos soldados japoneses en esta zona. Lo más problemático era que nos detenían muchas veces por sospechas de espionaje.
Sin embargo, de entre los soldados, había algunos que me conocían y decían: “Esta persona es un civil de la zona”. Eso ocurrió dos veces.
Más tarde, aunque no puedo recordar claramente el nombre de la unidad, una unidad de contabilidad del ejército japonés me reclutó a la fuerza. Se decidió que Seizo Kinjo, un familiar mío, y yo iríamos juntos porque nuestros refugios antiaéreos estaban el uno junto al otro.
Aunque no conozco el valor monetario, llevamos una suma relativamente grande de fondos de guerra desde los refugios antiaéreos hasta los cráteres provocados por las bombas, y los enterramos todos allí en una semana.
Los cráteres de bomba estaban situados a unos 50 metros de los refugios antiaéreos. Tardábamos todo un día en enterrar el dinero y cubrirlo todo con tierra.
Hacíamos el mismo trabajo al día siguiente y lo cubríamos con tierra otra vez al día siguiente. Hicimos esto todos los días durante una semana. Llevamos a cabo estas tareas muchas veces, pero había algunos días en los que solo podíamos llevar los fondos de guerra una o dos veces. La razón era que teníamos que dejar de trabajar porque era considerado muy peligroso cuando los estallidos salían de Naha. Los fondos de guerra suponían mucho dinero, así que había soldados que nos servían como escoltas, y enterrábamos el dinero desde las 7 de la tarde hasta las 10 de la noche, así durante una semana.
Al parecer, había mucha gente haciendo este trabajo. Hubo cuatro personas que hacían estas tareas que todavía siguen vivas hoy, pero parece que no quieren hablar sobre este tema. Yo he hablado de esto muchas veces, porque justo después de la guerra, los oficiales relacionados con aquel tema y varias otras personas vinieron a mí pidiendo información sobre el trabajo que habíamos hecho. Concretamente, hubo una persona llamada Yoshinaka Shiroma que estaba al cargo de esta tarea, pero esta persona no sabía hablar japonés, aunque podía escuchar y entender lo que se hablaba. Así que cuando la gente de Japón continental venía a investigar esta cuestión, venían a verme a mí directamente.
Cuando terminamos de enterrar los fondos de guerra, fuimos liberados y buscamos otro refugio antiaéreo.
Al parecer, en aquel momento, el Teniente General Ushijima vino a donde estábamos y nos dijo: “Que todo el mundo abandone este lugar, Tsukazan, rápido”. Al día siguiente de enterrar los fondos de guerra, oficiales del ejército vinieron y nos dijeron: “Abandonen este lugar”. Así que todos nos fuimos de Tsukazan.
Lo que no puedo olvidar
Si pienso en ello ahora, en la época de la guerra, no puedo realmente determinar si los soldados japoneses, que debían estar supuestamente de nuestro lado, eran los verdaderos enemigos o lo eran las tropas estadounidenses, que eran el enemigo. Fui testigo de varias cosas cuando era niño. Vi personas asesinadas y mujeres atacadas. Así que creo que no es posible determinar si los verdaderos enemigos eran los soldados japoneses o los estadounidenses.
He visto a soldados japoneses, que eran supuestamente nuestros aliados, alzar sus espadas sobre los okinawenses y perseguirlos en sus casas, y también he visto soldados estadounidenses violar a muchas mujeres, así que no puedo decir quién estaba de nuestro lado. Creo simplemente que jamás debe ocurrir otra guerra.
Lo que vi en Maehira, en la ciudad de Itoman –lo que los soldados con espadas hicieron allí–, es que entraban en los refugios civiles en Maehira, matando a todos los civiles que estaban allí tirando granadas en los refugios y quedándoselos para ellos. Al pensar ahora en todo aquello, no es fácil creer que los seres humanos sean realmente capaces de hacer algo así. Pensando en ello, todo lo que quiero decir es que las personas jamás deben volver a hacer la guerra, bajo ningún concepto.