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“Una guerra en la que participé como niño soldado” –La tragedia de muchos jóvenes que perdieron sus vidas –

“Una guerra en la que participé como niño soldado”
–La tragedia de muchos jóvenes que perdieron sus vidas –

Yasuharu Agarie(41東江康治)
Fecha de nacimiento: 10 de septiembre de 1928
En aquel tiempo: 16 años, estudiante de la escuela secundaria

○ Acompañé a las fuerzas japonesas como miembro de la Milicia Imperial de Sangre y Hierro el año de mi graduación de la escuela secundaria pero sin celebrar ninguna ceremonia de graduación. Recopilé información de inteligencia sobre el enemigo como niño soldado de 15 ó 16 años que todavía no había llegado a la edad de reclutamiento.
Aproximadamente el 13 de abril, los soldados estadounidenses que habían desembarcado en Kadena, se aproximaban a Nago, en el norte de Okinawa. Se extendieron rumores de que un escuadrón de reconocimiento compuesto por soldados estadounidenses llegaría hasta las montañas para robar información sobre las fuerzas japonesas.
Como escuadrón de reconocimiento, también habíamos recopilado información, pero un día, se hizo tarde antes de que regresásemos, así que pedimos permiso para hacer noche en una cabaña de refugiados civiles. Allí escuché que “tres soldados estadounidenses iban allí todos los días”. Entonces, pensé en disparar a aquellos soldados estadounidenses y llevarme sus armas. En aquellos momentos, estábamos a la defensiva, y los soldados estadounidenses se habían llevado las armas de los niños soldados en todas partes. Así que esperamos al escuadrón de reconocimiento estadounidense, esperando robar sus armas, traerlas con nosotros y “subirnos el ánimo”.
Después de un rato, nos avisamos unos a otros cuando un soldado estadounidense estaba pateando a una serpiente con su pie. El fuego empezó y tres de ellos cayeron, mientras que tres de nosotros, incluyéndome a mí, fuimos heridos. Al oír los disparos, los estadounidenses enviaron refuerzos; a dos de mis compañeros les dispararon estos soldados. Afortunadamente, una persona me rescató y me llevó a una cabaña de refugiados cercana perteneciente a un lugareño. Pusieron hierba y ramas de árbol sobre mi cuerpo y me dejaron dormir. Estaba moribundo. Los soldados estadounidenses que llegaron como refuerzo, al parecer, se llevaron a los soldados caídos.
No mucho después, nos trasladamos a otra cabaña. Cuando examiné la herida, vi que la bala había alcanzado el pezón derecho y penetrado en la espalda. Mis compañeros me proporcionaron primeros auxilios como pudieron y me llevaron de vuelta a la unidad.

○ Estábamos en el hospital de campaña, pero huimos de nuevo debido a que el enemigo se aproximaba. Decían que todos los soldados heridos que se quedasen en el hospital estaban en peligro, así que aquellos que podían caminar huyeron al norte de Okinawa, mientras que a unos pocos y yo, que no podíamos caminar, nos dejaron abandonados.

○ Mientras huíamos por nosotros mismos, nos unimos a otra unidad y conseguí regresar con mi familia
En aquel momento, mi padre supo que mi hermano mayor, que había ido a los EE. UU. antes de la guerra, ahora trabajaba como intérprete para los estadounidenses. Mi padre bajó del monte donde estábamos escondidos y explicó a los soldados estadounidenses lo siguiente: “Soy el padre de Seiyu.” Los estadounidenses le llevaron junto a mi hermano mayor y se reunieron por primera vez desde hacía varios años.
Mi hermano mayor supo que yo estaba herido, así que mi padre le guió junto otros soldados estadounidenses a la cabaña de la montaña donde me encontraba. Mi hermano nos convenció de que bajáramos la montaña diciendo: “Las fuerzas estadounidenses van a comenzar una campaña de barridas y comenzarán a disparar sobre las montañas, así que bajad rápido”. Otros decidieron bajar pero yo me negué, diciendo: “He estado luchando contra las fuerzas estadounidenses con mi fusil para las fuerzas japonesas, así que no quiero convertirme en prisionero”. Sin embargo, mi hermano estaba preocupado por mí porque estaba herido, así que me convenció para recibir tratamiento lo antes posible, y finalmente decidí bajar del monte.

○ Lo que quiero decirles a mis hijos y nietos
Creo que cualquiera que haya experimentado una vida dura por una guerra, y haya sido derrotado, comparte esta idea; pero siento que no debemos comenzar una guerra nunca más. Nadie se beneficia de la guerra. Solo deja tragedia en su camino, con las vidas de muchos jóvenes perdidas. Hasta el día de hoy, y cada vez que tengo la oportunidad, pido a los jóvenes que protejan la paz y construyan un mundo libre de guerras.