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El ataque aéreo del 10 de octubre

El ataque aéreo del 10 de octubre

Nombre: Kenichi Nagamine(35長嶺健一)
Fecha de nacimiento: 25 de septiembre de 1927
Lugar de nacimiento: ciudad de Naha
En aquel tiempo: 18 años, estudiante de la Escuela de Industria de Okinawa

10 de octubre de 1944
Partí de mi casa, en Gushi, poco antes de las 7 de la mañana. Fue entonces cuando el fuego de artillería antiaérea comenzó a disparar desde las colinas de Ameku.
Pensé: “Qué raro. No nos han dicho nada de que habría maniobras. Algo raro pasa.” Pero entonces, apareció un avión negro volando sobre el puerto de Naha.
Me dije: “¡Oh! No parece un avión japonés. ¡No tiene la marca de Hinomaru (sol naciente)!” Justo mientras lo decía, el avión empezó a lanzar bombas y las llamas comenzaron a elevarse cada vez más en el puerto de Naha. Entonces, alguien dijo: “¡Eh, esto es grave! Debemos ir rápidamente a la escuela. Algo muy grave va a pasar.” Así que corrimos hacia nuestra escuela.
Cuando llegamos, ya eran cerca de las 8:30. El maestro Yamashiro y el subdirector estaban de pie frente a la entrada de la escuela. Dijeron: “Oh, habéis venido aquí, pero hoy la escuela va a permanecer cerrada, así que id a casa y ayudad a vuestra familia con la huida”. Entonces nos fuimos a casa diciendo: “Entonces nos iremos a casa”.

Situación en el Puerto de Naha vista desde el área de Asato
Cuando llegamos a Asato, los aviones zumbaban sobre nuestras cabezas y el humo se elevaba también en Naha.
Pensé: “Esto es grave. Si tomamos la ruta habitual, nos matarán en este bombardeo, así que debemos ir hacia el sur por la carretera de Asato y desde los campos de caña de azúcar en Mawashi”. Atravesamos los campos de caña de azúcar y llegamos a lo que hoy es Kainan.
Entonces yo sugerí ir a la casa de mi amigo Kozo Kinjo en Nishimachi “para ver qué estaba pasando”. Cuando fuimos a ver la casa todavía no había ardido así que hablamos con la familia, diciéndoles: “Está bien. Está bien.” Mientras hablábamos, las sirenas de la alerta antiaérea sonaron y unos 10 minutos después aparecieron muchos aviones. Había una tumba abierta cerca de allí, y nos introdujimos en ella, pues no teníamos otra elección. Había ya tres personas dentro, moviéndose inquietas. La tumba tenía un olor extraño. La hediondez de la muerte inundaba el aire. Nos escondimos en la tumba, soportando el olor. Unos 10 minutos después de entrar en la tumba, la alerta de ataque aéreo dejó de sonar.
Tenía que pasar por el puerto de Naha para poder llegar a casa, así que pasé por allí y vi un barco. No sabía si era un buque de guerra, pero cuando miré más de cerca, había un soldado de la marina con un uniforme blanco de pie para disparar un cañón de fuego racheado y una ametralladora. Sin embargo, cuando comenzó a disparar, las armas hacían un sonido extraño. No hacían sonidos explosivos. Solo hacían un sonido como de explosiones pequeñas. Los cañones japoneses no alcanzaron en absoluto a los aviones (enemigos). Mientras estaba de pie y miraba todo aquello, el soldado, que había terminado de disparar, se dio la vuelta. Y dijo: “¿Qué estás mirando, idiota? ¡Rápido, fuera de aquí!”

Regreso a casa sano y salvo en medio de las bombas
Había una estación de Showa Bus, y frente a la estación, había una zanja enorme. Al llegar allí, hubo otro ataque aéreo. Me dije: “¡Oh no, esto es peligroso!” Así que me metí en la zanja. Entonces, mientras me preguntaba “qué estaba pasando en los alrededores”, saqué la cabeza fuera de la zanja muerto de miedo y miré alrededor. Había un pequeño bote de pesca que estaba ardiendo por la parte de popa. Mientras pensaba que “esta era un situación grave”, apareció un hombre que llevaba un equipaje pequeño. Menos de un minuto después, cayó al suelo. Había sido alcanzado por fuego de ametralladora. Pensé: “Oh, esto es horrible. Yo podría ser el siguiente, así que tengo que huir antes de que destruyan el Puente Meiji”. Así que, desde ese mismo momento, hui rápidamente.
Conseguí cruzar el puente. A continuación, estaba la colina de Gajanbira (Kakinohana). Esperando ir a Kinjo subiendo las colinas, seguí caminando mientras me mantenía escondido en los campos de caña de azúcar. Escondiéndome aquí y allá, finalmente conseguí llegar a mi casa, evitando las bombas.
Hacia la noche, subí a un pino y miré hacia la ciudad de Naha, que estaba en llamas. El cielo también parecía incendiado en rojo. Había un lugar de almacenamiento de combustible en Nishimachi, y cuando los contenedores de combustible prendieron, explotaron y las llamas se elevaron hacia el cielo. Entonces, las chispas se extendieron y el aire parecía fuegos artificiales. Mientras miraba todo aquello, un soldado japonés se acercó y me dijo: “¡Eh, tú. Si subes ahí arriba llevando una camiseta blanca, te verá el enemigo y los aviones enemigos te matarán, así que baja ahora mismo!” Quedé muy sorprendido y bajé diciendo: “Vale, vale”, y me fui a casa.
Durante el ataque aéreo del 10 de octubre, Naha fue realmente un campo de batalla en el que el fuego de ametralladora seguía haciendo un sonido sibilante y las bombas continuaban cayendo.