El camino a la paz internacional desde Mabuni
Sr. Zenichi Yoshimine
Año de nacimiento:1932
Lugar de nacimiento:Ciudad de Naha
Cuando la guerra terminó
El 23 de junio de 1945 yo estaba en la colina de Mabuni. Creo que fue hacia el 25 de junio. Un soldado japonés hablaba en japonés por un megáfono, y decía: “La guerra ha terminado” “Los soldados estadounidenses no os matarán. Es seguro, así que, por favor, ríndanse”. “Tenemos comida y agua”. “Es seguro, así que, por favor, ríndanse”. Aun así no nos rendíamos. Mi madre temblaba de miedo. Cuando llegó la noche, el mismo soldado llamó a la gente diciendo: “Por favor, ríndanse todos mientras haya luz”. “Si no se rinden antes de que se ponga el sol, toda la zona en la que se esconden será rociada con gasolina y reducida a cenizas”. Nos quedamos impresionados al oír eso.
Había una roca pequeña frente al refugio en el que nos ocultábamos y una bomba incendiaria llamada “napalm” cayó en ese lugar rodeándolo de fuego. Dos soldados japoneses que estaban envueltos en llamas saltaron desde detrás de la roca y murieron allí. Pensé: “Yo no quiero morir así”, así que las tres personas que formaban mi familia abandonamos inmediatamente el refugio. En la parte de arriba de la colina, alguien nos hacía señas. Yo creía que un soldado japonés había venido para ayudarnos. Yo me tambaleaba, de lo tembloroso que estaba, ya que no había comido nada en cuatro o cinco días. El soldado tiró de mí hasta arriba. Tenía una mano enorme y quedé anonadado viendo su cara. Nunca había visto un rostro como ese. Cuando me di cuenta de que era un soldado estadounidense, pensé que ese era el final del camino. No tenía voluntad ni capacidad para escapar y fui atrapado por el soldado estadounidense.
Quizás porque no había muchos niños alrededor, el soldado trajo una taza y una cantimplora y bebió frente a mí antes de pasarme la taza. Bebí y pensé que era lo mejor que había bebido jamás. Sabía realmente como algo divino. El soldado estadounidense estaba feliz de verme beber y se sentó frente a mí con una lata de ración C
(ración de combate), que era algo como el atún enlatado moderno. Mientras me preguntaba qué haría a continuación, abrió la lata y me la mostró. Un agradable aroma salía de la lata como si se abrieran las puertas del Cielo. Iba a dármela. Era lo único en lo que podía pensar. Abrió la lata, ofreciéndomela, y justo antes de que pudiera agarrarla, mi madre, que lo vio todo desde atrás, dijo: “Está envenenada”. Yo me quedé sorprendido y quité rápidamente las manos. Pero él sonrió y cogió una cuchara de su bolsillo, comió un bocado de la ración y me dio el resto. Al comer aquella ración, al tragarla, pensé: “Nunca hubiera imaginado que existiera algo tan sabroso”. Mi madre, mi abuela y todas las personas que me rodeaban no sabían lo que estaba comiendo. El soldado estadounidense trajo entonces chocolatinas y galletas. Esta vez confiábamos en él y comimos todo lo que el soldado trajo. Cuando terminamos de comer, nos sentimos finalmente vivos.
Entonces, me di cuenta de que estábamos rodeados de cadáveres. El suelo estaba cubierto de cadáveres. Con la putrefacción y la hinchazón, el olor debía de haber sido horrible. Pero en aquel momento, no lo podía oler. Entonces, un soldado estadounidense vino conduciendo un camión y dijo: “Todo el mundo dentro” y nos acomodamos en el camión. Vimos la colina de Mabuni desde el camión, parecía un desierto, sin árboles ni hierba.
La vida en el campo de internamiento
Entonces, nos llevaron a Mabuni, al campo de internamiento de Hyakuna. Unas 20 personas fueron alojadas en cada tienda. Estábamos apretados y yo no podía dormir. Para las comidas, nos daban cosas como galletas saladas, que era lo único que nos salvó. No había nada para comer.
Entonces, nos embarcaron en un LST (buque de desembarco de tanques). Había probablemente de 500 a 600 personas al fondo del LST. Nos llevaron a lo que hoy es Camp Schwab, ubicado en Nago. Nos internaron en la bahía de Oura solo un día. Nos metieron rápidamente en un camión y nos trasladaron al campo (civil) de Kayo, donde nos internaron. La comida era muy escasa allí. Eran raciones militares de los EE.UU. de comida enlatada y tsuwabuki silvestre. Había mucho tsuwabuki (hojas de pan de plata japonés) que crecía en la montaña, así que lo cogíamos y lo cocíamos en agua, y lo comíamos junto con la comida enlatada. Cuando no teníamos suficiente para comer, pescábamos gambas y cangrejos en un río cercano, y también nos los comíamos. Gracias a esto, pudimos evitar morir de hambre.
De mi familia, solo quedábamos mi madre y yo. Después de que nos hicieran prisioneros de guerra, mi abuela enfermó y se quedó dormida, quizás por sentirse aliviada. La llevaron a un hospital de la aldea de Kushi, en Nago. Mucha gente temblaba de miedo, pensando que les iban a matar cuando fueron capturados por los soldados estadounidenses en Mabuni, Itoman. Mi familia pensaba lo mismo. Pero mi abuela parecía estar en paz. Dijo: “La guerra por fin ha terminado”. Para mi abuela, daba igual si ganaba Japón o los EE.UU. Solo quería que la guerra terminase.
Vuelta a nuestro pueblo y al colegio
Los de Shuri fueron los primeros en regresar a casa desde el campo de internamiento de Kayo. Mi madre y yo regresamos a casa. En Shuri, unas diez personas vivían en un pequeño alojamiento temporal. Shuri no tenía muchos campos de cultivo, así que fuimos cerca de Mawashi y Urasoe y cavábamos patatas dulces y nos las comíamos. Un día, me encontré con un profesor de cuando yo iba a la escuela nacional de primaria. Dijo: “¡Oh! ¡Yoshimine! ¡Estás vivo!” “Ven mañana a la apertura de la Escuela de Bachillerato de Shuri en el antiguo lugar de la Segunda Escuela Nacional de Primaria”. Respondí: “¿Bachillerato?” Él dijo: “Tú ven”. Allí me dirigí al día siguiente y estaban celebrando la ceremonia de apertura. Me admitieron en el bachillerato sin ni siquiera saber el alfabeto. No pude ir a la escuela de secundaria, y estudié el bachillerato cuatro años, pero no puede estudiar adecuadamente. En vez de dar prioridad a mis estudios, pensaba únicamente en la comida, en cómo conseguir patatas dulces durante mis años de bachillerato. De lo contrario, no podíamos seguir viviendo. Por aquel entonces, había una cosa a la que llamaban “senka”. (trofeo de guerra) Había una base estadounidense cerca de donde hoy se ubica Tomari, en Naha. La gente iba a allí a robar materiales del ejército de los EE.UU., y lo llamaban senka o trofeos de guerra. Conseguimos sobrevivir recibiendo materiales de amigos cercanos o comprándolos.
La zona cercana al castillo de Shuri era un campo quemado y solíamos ir allí a jugar. Para cuando nos graduamos en la escuela de bachillerato de Shuri, se abrió la Universidad de las Riukius. Yo ayudé a construir un edificio con tejado cerca del castillo de Shuri. Había un gran refugio en la parte de atrás de Tamaudun, el mausoleo real. Durante la guerra, los estudiantes de la antigua Primera Escuela de Secundaria habían almacenado escritorios y sillas dentro. Las trasladamos fuera de allí y las reparamos para usarlas en la Escuela de Bachillerato de Shuri. Creo que también se utilizaron en la Universidad de las Riukius durante un tiempo.
Mis días como trabajador de un puerto militar
Para cuando me gradué en el bachillerato, la guerra de Corea se estaba intensificando. El puerto de Naha hervía de actividad y había muchas bombas y proyectiles que se transportaban. En el puerto había muchos empleos relacionados con el ejército. Pude conseguir un empleo y trabajé tres turnos al día. Yo trabajaba en el “turno de día”, el “turno de tarde-noche” y el “turno de noche”. El gobierno civil de los EE.UU. también estableció una escuela de inglés por aquel entonces. Cualquiera con buen conocimiento del inglés podía encontrar buenos empleos. Yo estaba listo para dejar el trabajo militar para ir a la escuela de inglés. Durante el día, estudiaba en la escuela de inglés, y luego trabajaba por las noches en el puerto militar de Naha. Luego regresaba a casa en camión después de medianoche. Al día siguiente, me levantaba pronto por la mañana para ir a la escuela de inglés. Emitían una licencia de traductor e intérprete para los graduados de la escuela de inglés. Cualquiera que pudiese murmurar unas pocas palabras en inglés encontraba buen empleo.
Trabajo de traducción e interpretación
Un japonés de segunda generación que trabajaba como director general del departamento de personal en el puerto me ofreció trabajar en la base estadounidense de Makiminato, en Urasoe, como intérprete. Le contesté: “Nunca he trabajado como intérprete”. Me preguntó: “¿Así que nunca has trabajado como intérprete?” y yo respondí: “No, nunca”. Entonces dijo: “Bueno, si nunca lo has hecho antes, ¿cómo sabes que no lo puedes hacer?” Acabé haciendo traducción e interpretación durante unos seis o siete años. Mi trabajo fue reorganizado y me ascendieron. El salario era bueno. En aquellos días, el salario inicial de los trabajadores de un banco era de 45 $ y yo ganaba 70 $, que era casi el doble.
Trabajo en la industria aérea
Después de más de 5 años de trabajo como intérprete y traductor, los graduados de las universidades empezaron a entrar en el lugar de trabajo. Se dieron cuenta de que mi inglés escrito estaba lleno de errores, así que cambié de empleo y empecé a trabajar para el CAT (Transporte Aéreo Civil, por sus siglas en inglés). Era una aerolínea de la República de China, fundada con capital estadounidense. Era un lugar de trabajo bastante internacional, formado por chinos, japoneses, uchinanchus (okinawenses),
y también vietnamitas. Trabajé para esa empresa durante cinco o seis años. No creo que yo lo pasara mal tras la guerra. Pude encontrar empleo y trabajar con los militares. Me acogieron incluso aunque mi nivel de inglés era limitado. No tuve ningún problema para encontrar trabajo.
Un mensaje para los jóvenes
Después de la guerra, hablé con antiguos soldados estadounidenses que estaban en la 6.ª división de la Marina durante la batalla de Okinawa. Les dije: “De hecho, fui capturado por un soldado estadounidense en Mabuni, Itoman”. Quedaron sorprendidos y dijeron: “¡Cómo! ¡Sobreviviste a ese lugar!” Innumerables proyectiles y bombas
fueron lanzados contra Mabuni durante la guerra. Había muchos cadáveres que habían sido desmembrados por proyectiles y bombas. “Es increíble que usted sobreviviera a ese campo de batalla”. Me hice buen amigo de aquel antiguo soldado. Cada vez que venía a Okinawa se quedaba en mi casa, comíamos juntos y estrechamos nuestra amistad.
Siempre que no haya guerra, todos los humanos somos iguales. Lo que me gustaría decir a los jóvenes es que debemos llevarnos bien sin importar las circunstancias. Si somos enemigos, entonces no podemos ver lo que realmente somos.
El Sr. Zenichi Yoshimine estudió inglés en una escuela de inglés mientras trabajaba en un puerto militar. Más tarde, trabajó como traductor e intérprete, y también trabajó para una aerolínea, y trabajó como puente entre Okinawa y el mundo. Después de jubilarse, ha estado trabajando como “cuentacuentos” para transmitir la realidad de la batalla de Okinawa.
Cuando la guerra terminó
El 23 de junio de 1945 yo estaba en la colina de Mabuni. Creo que fue hacia el 25 de junio. Un soldado japonés hablaba en japonés por un megáfono, y decía: “La guerra ha terminado” “Los soldados estadounidenses no os matarán. Es seguro, así que, por favor, ríndanse”. “Tenemos comida y agua”. “Es seguro, así que, por favor, ríndanse”. Aun así no nos rendíamos. Mi madre temblaba de miedo. Cuando llegó la noche, el mismo soldado llamó a la gente diciendo: “Por favor, ríndanse todos mientras haya luz”. “Si no se rinden antes de que se ponga el sol, toda la zona en la que se esconden será rociada con gasolina y reducida a cenizas”. Nos quedamos impresionados al oír eso.
Había una roca pequeña frente al refugio en el que nos ocultábamos y una bomba incendiaria llamada “napalm” cayó en ese lugar rodeándolo de fuego. Dos soldados japoneses que estaban envueltos en llamas saltaron desde detrás de la roca y murieron allí. Pensé: “Yo no quiero morir así”, así que las tres personas que formaban mi familia abandonamos inmediatamente el refugio. En la parte de arriba de la colina, alguien nos hacía señas. Yo creía que un soldado japonés había venido para ayudarnos. Yo me tambaleaba, de lo tembloroso que estaba, ya que no había comido nada en cuatro o cinco días. El soldado tiró de mí hasta arriba. Tenía una mano enorme y quedé anonadado viendo su cara. Nunca había visto un rostro como ese. Cuando me di cuenta de que era un soldado estadounidense, pensé que ese era el final del camino. No tenía voluntad ni capacidad para escapar y fui atrapado por el soldado estadounidense.
Quizás porque no había muchos niños alrededor, el soldado trajo una taza y una cantimplora y bebió frente a mí antes de pasarme la taza. Bebí y pensé que era lo mejor que había bebido jamás. Sabía realmente como algo divino. El soldado estadounidense estaba feliz de verme beber y se sentó frente a mí con una lata de ración C
(ración de combate), que era algo como el atún enlatado moderno. Mientras me preguntaba qué haría a continuación, abrió la lata y me la mostró. Un agradable aroma salía de la lata como si se abrieran las puertas del Cielo. Iba a dármela. Era lo único en lo que podía pensar. Abrió la lata, ofreciéndomela, y justo antes de que pudiera agarrarla, mi madre, que lo vio todo desde atrás, dijo: “Está envenenada”. Yo me quedé sorprendido y quité rápidamente las manos. Pero él sonrió y cogió una cuchara de su bolsillo, comió un bocado de la ración y me dio el resto. Al comer aquella ración, al tragarla, pensé: “Nunca hubiera imaginado que existiera algo tan sabroso”. Mi madre, mi abuela y todas las personas que me rodeaban no sabían lo que estaba comiendo. El soldado estadounidense trajo entonces chocolatinas y galletas. Esta vez confiábamos en él y comimos todo lo que el soldado trajo. Cuando terminamos de comer, nos sentimos finalmente vivos.
Entonces, me di cuenta de que estábamos rodeados de cadáveres. El suelo estaba cubierto de cadáveres. Con la putrefacción y la hinchazón, el olor debía de haber sido horrible. Pero en aquel momento, no lo podía oler. Entonces, un soldado estadounidense vino conduciendo un camión y dijo: “Todo el mundo dentro” y nos acomodamos en el camión. Vimos la colina de Mabuni desde el camión, parecía un desierto, sin árboles ni hierba.
La vida en el campo de internamiento
Entonces, nos llevaron a Mabuni, al campo de internamiento de Hyakuna. Unas 20 personas fueron alojadas en cada tienda. Estábamos apretados y yo no podía dormir. Para las comidas, nos daban cosas como galletas saladas, que era lo único que nos salvó. No había nada para comer.
Entonces, nos embarcaron en un LST (buque de desembarco de tanques). Había probablemente de 500 a 600 personas al fondo del LST. Nos llevaron a lo que hoy es Camp Schwab, ubicado en Nago. Nos internaron en la bahía de Oura solo un día. Nos metieron rápidamente en un camión y nos trasladaron al campo (civil) de Kayo, donde nos internaron. La comida era muy escasa allí. Eran raciones militares de los EE.UU. de comida enlatada y tsuwabuki silvestre. Había mucho tsuwabuki (hojas de pan de plata japonés) que crecía en la montaña, así que lo cogíamos y lo cocíamos en agua, y lo comíamos junto con la comida enlatada. Cuando no teníamos suficiente para comer, pescábamos gambas y cangrejos en un río cercano, y también nos los comíamos. Gracias a esto, pudimos evitar morir de hambre.
De mi familia, solo quedábamos mi madre y yo. Después de que nos hicieran prisioneros de guerra, mi abuela enfermó y se quedó dormida, quizás por sentirse aliviada. La llevaron a un hospital de la aldea de Kushi, en Nago. Mucha gente temblaba de miedo, pensando que les iban a matar cuando fueron capturados por los soldados estadounidenses en Mabuni, Itoman. Mi familia pensaba lo mismo. Pero mi abuela parecía estar en paz. Dijo: “La guerra por fin ha terminado”. Para mi abuela, daba igual si ganaba Japón o los EE.UU. Solo quería que la guerra terminase.
Vuelta a nuestro pueblo y al colegio
Los de Shuri fueron los primeros en regresar a casa desde el campo de internamiento de Kayo. Mi madre y yo regresamos a casa. En Shuri, unas diez personas vivían en un pequeño alojamiento temporal. Shuri no tenía muchos campos de cultivo, así que fuimos cerca de Mawashi y Urasoe y cavábamos patatas dulces y nos las comíamos. Un día, me encontré con un profesor de cuando yo iba a la escuela nacional de primaria. Dijo: “¡Oh! ¡Yoshimine! ¡Estás vivo!” “Ven mañana a la apertura de la Escuela de Bachillerato de Shuri en el antiguo lugar de la Segunda Escuela Nacional de Primaria”. Respondí: “¿Bachillerato?” Él dijo: “Tú ven”. Allí me dirigí al día siguiente y estaban celebrando la ceremonia de apertura. Me admitieron en el bachillerato sin ni siquiera saber el alfabeto. No pude ir a la escuela de secundaria, y estudié el bachillerato cuatro años, pero no puede estudiar adecuadamente. En vez de dar prioridad a mis estudios, pensaba únicamente en la comida, en cómo conseguir patatas dulces durante mis años de bachillerato. De lo contrario, no podíamos seguir viviendo. Por aquel entonces, había una cosa a la que llamaban “senka”. (trofeo de guerra) Había una base estadounidense cerca de donde hoy se ubica Tomari, en Naha. La gente iba a allí a robar materiales del ejército de los EE.UU., y lo llamaban senka o trofeos de guerra. Conseguimos sobrevivir recibiendo materiales de amigos cercanos o comprándolos.
La zona cercana al castillo de Shuri era un campo quemado y solíamos ir allí a jugar. Para cuando nos graduamos en la escuela de bachillerato de Shuri, se abrió la Universidad de las Riukius. Yo ayudé a construir un edificio con tejado cerca del castillo de Shuri. Había un gran refugio en la parte de atrás de Tamaudun, el mausoleo real. Durante la guerra, los estudiantes de la antigua Primera Escuela de Secundaria habían almacenado escritorios y sillas dentro. Las trasladamos fuera de allí y las reparamos para usarlas en la Escuela de Bachillerato de Shuri. Creo que también se utilizaron en la Universidad de las Riukius durante un tiempo.
Mis días como trabajador de un puerto militar
Para cuando me gradué en el bachillerato, la guerra de Corea se estaba intensificando. El puerto de Naha hervía de actividad y había muchas bombas y proyectiles que se transportaban. En el puerto había muchos empleos relacionados con el ejército. Pude conseguir un empleo y trabajé tres turnos al día. Yo trabajaba en el “turno de día”, el “turno de tarde-noche” y el “turno de noche”. El gobierno civil de los EE.UU. también estableció una escuela de inglés por aquel entonces. Cualquiera con buen conocimiento del inglés podía encontrar buenos empleos. Yo estaba listo para dejar el trabajo militar para ir a la escuela de inglés. Durante el día, estudiaba en la escuela de inglés, y luego trabajaba por las noches en el puerto militar de Naha. Luego regresaba a casa en camión después de medianoche. Al día siguiente, me levantaba pronto por la mañana para ir a la escuela de inglés. Emitían una licencia de traductor e intérprete para los graduados de la escuela de inglés. Cualquiera que pudiese murmurar unas pocas palabras en inglés encontraba buen empleo.
Trabajo de traducción e interpretación
Un japonés de segunda generación que trabajaba como director general del departamento de personal en el puerto me ofreció trabajar en la base estadounidense de Makiminato, en Urasoe, como intérprete. Le contesté: “Nunca he trabajado como intérprete”. Me preguntó: “¿Así que nunca has trabajado como intérprete?” y yo respondí: “No, nunca”. Entonces dijo: “Bueno, si nunca lo has hecho antes, ¿cómo sabes que no lo puedes hacer?” Acabé haciendo traducción e interpretación durante unos seis o siete años. Mi trabajo fue reorganizado y me ascendieron. El salario era bueno. En aquellos días, el salario inicial de los trabajadores de un banco era de 45 $ y yo ganaba 70 $, que era casi el doble.
Trabajo en la industria aérea
Después de más de 5 años de trabajo como intérprete y traductor, los graduados de las universidades empezaron a entrar en el lugar de trabajo. Se dieron cuenta de que mi inglés escrito estaba lleno de errores, así que cambié de empleo y empecé a trabajar para el CAT (Transporte Aéreo Civil, por sus siglas en inglés). Era una aerolínea de la República de China, fundada con capital estadounidense. Era un lugar de trabajo bastante internacional, formado por chinos, japoneses, uchinanchus (okinawenses),
y también vietnamitas. Trabajé para esa empresa durante cinco o seis años. No creo que yo lo pasara mal tras la guerra. Pude encontrar empleo y trabajar con los militares. Me acogieron incluso aunque mi nivel de inglés era limitado. No tuve ningún problema para encontrar trabajo.
Un mensaje para los jóvenes
Después de la guerra, hablé con antiguos soldados estadounidenses que estaban en la 6.ª división de la Marina durante la batalla de Okinawa. Les dije: “De hecho, fui capturado por un soldado estadounidense en Mabuni, Itoman”. Quedaron sorprendidos y dijeron: “¡Cómo! ¡Sobreviviste a ese lugar!” Innumerables proyectiles y bombas
fueron lanzados contra Mabuni durante la guerra. Había muchos cadáveres que habían sido desmembrados por proyectiles y bombas. “Es increíble que usted sobreviviera a ese campo de batalla”. Me hice buen amigo de aquel antiguo soldado. Cada vez que venía a Okinawa se quedaba en mi casa, comíamos juntos y estrechamos nuestra amistad.
Siempre que no haya guerra, todos los humanos somos iguales. Lo que me gustaría decir a los jóvenes es que debemos llevarnos bien sin importar las circunstancias. Si somos enemigos, entonces no podemos ver lo que realmente somos.
El Sr. Zenichi Yoshimine estudió inglés en una escuela de inglés mientras trabajaba en un puerto militar. Más tarde, trabajó como traductor e intérprete, y también trabajó para una aerolínea, y trabajó como puente entre Okinawa y el mundo. Después de jubilarse, ha estado trabajando como “cuentacuentos” para transmitir la realidad de la batalla de Okinawa.